Cada historia tiene su títere. Su búsqueda es, sin duda, el proceso clave de nuestro trabajo, el más apasionado. Quizá por ello hemos tardado más de ocho años en crear este espectáculo, a partir de la música de Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev y el texto de William Shakespeare. Antes necesitábamos poner en escena otros textos, crear otros títeres. Debíamos ser capaces de parir –seguramente es el verbo que mejor define este proceso– unos títeres que, no sólo tenían que explicar una de las historias más bellas y tristes de nuestra cultura, sino que además, debían hacerlo a través de una de las composiciones musicales más extraordinarias.
Los títeres que buscábamos tenían que ser capaces de luchar con fuerza, bailar con gracia, amar con tanta dulzura como pasión, angustiarse cuando el destino se gira en su contra, tener y perder la esperanza, matar, morir.
En esta búsqueda hemos encontrado los títeres de nuestro Romeo y Julieta. Son gigantescos y a su vez ligeros. Las texturas y los colores prevalecen sobre la expresión facial. En algunos momentos son criaturas de un sueño, en otros, de una pesadilla. Y, sobretodo, son extraordinariamente dinámicas y, por tanto, capaces de marcar el ritmo i la tensión de los acontecimientos que nos conducen a la tragedia final.
Finalmente, sólo explicaros que de los 52 temas de la partitura de Sergei Prokofiev, hemos elegido 15, aquellos que mejor nos ayudaban a explicar la historia. La obra de William Shakesperare ha sido transformada en un texto para narrador – ya que nuestros títeres no pueden hablar.
Esperamos que compartais con nosotros la emoción de esta búsqueda.