Benjamin Britten estrenó la ópera “El pequeño deshollinador”, en el año 1949, con una voluntad didáctica clara. Dirigida a un público joven, fue concebida para ser interpretada por niños y niñas. En la propuessta original el público también participa como coro en algunas de las canciones.
El pequeño deshollinador, además, supone un homenaje a todos los niños que durante siglos trabajaron en unas condiciones terribles limpiando chimeneas. De hecho, son dos poemas durísimos de William Blake los que inspiraron a Britten para componer esta obra. Una obra en donde el personaje principal, Sam, se libra de un final en la realidad a menudo demasiado trágico: morir ahogado por el hollín dentro de la chimenea.
En la obra de Britten, el pequeño Sam, que ha sido vendido por su padre a los deshollinadores Black Bob y Clem, tiene que adentrarse por primera vez para limpiar las chimeneas de la casa de la familia Brook. En la habitación de juegos de los niños, Sam queda atrapado en la chimenea y los niños de la familia, junto con sus primos, que están de visita, lo rescatan. Al conocer la situación de Sam decidirán ayudarlo a huir de su terrible destino. Para conseguir salvar a Sam tendrán que esconderlo de los deshollinadores y de Miss Baggot, pero tendrán la ayuda cómplice de la institutriz Rowan. Finalmente, Sam huye escondido en un baúl, gracias a la voluntad de unos niños que creen en un futuro mejor.
La propuesta escénica de Per Poc sobre la obra de Britten ha querido marcar la diferencia entre el mundo adulto y la infancia. Por este motivo los personajes adultos son títeres. Llevan una máscara que contrasta con la transparencia e ingenuidad de los niños. Sólo Rowan, que es el enlace entre el mundo adulto e infantil, a veces actúa en forma de títere y a veces sin esta máscara. Escenográficamente hemos fantaseado con la idea del cuento que nos explica la historia. Por eso también todos los personajes y elementos escénicos están hechos en papel. En este cuento la chimenea sufre por todos los niños y niñas que han limpiado su hollín y llora la suerte de los pequeños deshollinadores.
Deseamos que todos disfrutéis de esta ópera tanto como nosotros hemos disfrutado y aprendido con ella.