En 1925, durante el proceso de composición de Oedipus Rex, Igor Stravinsky reflexionaba en torno a la peculiar decisión que suponía el empleo del latín en su partitura: “La palabra es puro material, funcionando musicalmente como un bloque de mármol o de piedra en una obra escultórica o arquitectónica”.
Esa sugerente metáfora y la propia denominación de “ópera-oratorio” que el autor aplicó a su obra, condensan una solución dramatúrgica que elude deliberadamente su adscripción a las convenciones de un género concreto. El desarrollo trágico es sustituido por una presentación, hierática o distanciada, de una peripecia enunciada por un narrador que, al exponer los hechos mediante una lengua viva y vestido con indumentaria contemporánea, actúa como mediador entre el público y las figuras escénicas.
La propuesta de la Compañía Per Poc se sostiene en esa condición pétrea o monumental que Stravinsky quiso convocar en su obra. Los personajes y el coro masculino adquieren una presencia escultórica basada, con extraordinaria fidelidad, en máscaras y restos arqueológicos procedentes de la antigua Grecia, que exhiben asimismo las huellas que el paso del tiempo ha inscrito en ellos. Fracturados y erosionados, esos cuerpos de piedra pertenecen a la misma época en la que Sófocles concibió el drama homónimo del que partieron Stravinsky y el autor del libreto, el escritor francés Jean Cocteau. Entre los cantantes y esos fragmentos pétreos se produce una continuada circulación e intercambio. El cantante deviene estatua a la vez que ésta es impelida tanto por la música como por el impulso vocal de cada uno de los intérpretes. La dimensión ritual de esa solución escénica se combina con el recurso del teatro de sombras que, inspirado a su vez en la pinturas que decoraban las cerámicas griegas, sirve para recrear tanto ciertos episodios —la peste que asola Tebas o el encuentro entre Edipo y la esfinge— como aquellos momentos de anagnórisis o reconocimiento. La pantalla deviene un espacio mental donde se proyectan los sucesos del pasado, que se revelan a los personajes desde la nueva perspectiva trágica.
Una producción de la Quincena Musical de San Sebastián y de la Compañía PER POC